O bien sí lo hacen, pero no en el sentido en que nosotros conocemos como ‘dormir’.
La investigación se llevó a cabo por James y Cottell en 1983 donde investigaron los patrones de sueño de los insectos, y observaron que las hormigas tienen un patrón cíclico de descanso en el que cada madriguera dura ocho minutos en cada período de 12 horas.
Aunque esto signifique que hay dos períodos de descanso en cada 24 horas, solo uno de ellos se parece a lo que nosotros podríamos llamar ‘sueño’. Las actividades de la mandíbula y las antenas son mucho más bajas (cerca del 65% menos) que durante otros períodos de descanso dentro de esas 24 horas, indicando una fase de “descanso” más profundo.
Basing y McCluskey en 1986 usaron la actividad cerebral estudiada de hormigas negras, rojas y soldados para determinar si los períodos más profundos constituían un “sueño” real.
Un gran declive de las fluctuaciones de ondas cerebrales apoyaron la hipótesis de que las hormigas negras y rojas “dormían” pero asombrosamente se mostraron niveles más altos de actividad cerebral en las hormigas soldados en la fase profunda de descanso.
En conclusión, las hormigas sí duermen pero no se parece en nada al de nosotros.
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